viernes, junio 17, 2005

Amanecer a tu lado

Amanece... las timidas luces asoman perezosas en el horizonte, dejando atras la oscuridad de una noche intensa, Tú a mi lado aun duermes, tus sueños aun no terminan, perdido entre ellos una traviesa sonrisa asoma a la comisura de tus labios, plácidamente tus brazos aun rodean mi cuerpo, que reposa en un estrecho abrazo en tu pecho desnudo...

Yo miro tu hermoso rostro, que ilumina como el sol emergiendo desde el horizonte que une el cielo con el mar, ilumnando nuestro regazo, nuestro lecho... nuestro nido de amor...

Te miro con ansia infinita de acariciarlo, me detiene perturbar tan bella imagen, grabada en mi mente como fiel fotografia perdurando el momento de tan lindo amanecer... Nada hay que perturbe nuestra paz, no existe el nunca, ni el jamás... El tiempo se detiene en ese mágico momento... Solo estamos Tú y yo en uno solo

PACA

UNA ANECTODA PARA REFLEXIONAR

¿El idiota...?

Se cuenta que en una ciudad del interior un grupo de personas se divertía con un idiota de la aldea. Era un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía de pequeñas limosnas. Diariamente ellos llamaban al idiota al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una grande de 400 reales y otra menor de 2000 reales. Él siempre escogía la mayor y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Cierto día, alguien que observaba al grupo llamó al idiota aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda mayor valía menos.


- Lo sé, le respondió, no soy tan bobo. Ella vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda.


Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:


La primera:
Quién parece idiota, no siempre lo es.

La segunda:
¿Quiénes eran los verdaderos idiotas de la historia?


La tercera:
Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante es:

Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, pero sí lo que realmente somos.

El mayor placer de un hombre inteligente es aparentar ser idiota delante de un idiota que aparenta ser inteligente.
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Dale a un hombre todo lo que desea y será infeliz por no tener nada que anhelar.


Anónimo

MONEDAS

viernes, junio 10, 2005

En que momento nuestras manos se soltaron...

En que momento nuestras manos se soltaron
En que momento nuestras almas dejaron de comunicarse,
En que momento se perdió todo aquello que hacia parecer
un encuentro predestinado.

Acaso ese encuentro tan fugaz es una señal de seguir buscando?
Cuando todo parecia indicar que la busqueda al fin habia terminado,
No era yo la sombra que buscabas?
Donde se perdió la pálida sombra de un fantasma?

Acaso será que el mensaje fué entregado...
o quizá que de persona te has equivocado,
En un mundo de sombras has visto una pequeña luz cegadora
que envolvió tus sentidos extraviando asi tu camino...

Andador incansable, sigue buscando a quien llevar tu mensaje
que aún por poco tiempo tu alegria llenó este paisaje
quizá tiempo después alguien mas llegue a mi,
trayendo consígo su boleto de hospedaje...

Tal vez no sea el mismo mensaje....
tal vez... solo esta vez, sea yo quien viaje

Destino final... Un rinconcito en el cielo donde me espera quien envió
ese bendito mensaje!!!!


hands

lunes, junio 06, 2005

El Maestro Sun y Vasta Oscuridad


tarjeta-oriental En la busqueda de respuestas, muchas veces nos encontramos en la disyuntiva de hacer o no hacer lo correcto. Aun cuando dentro de nosotros sabemos, que no sabemos que es eso que llamamos "correcto" y estamos en la idea absurda de encontrar respuestas, dejando pasar lo mas valioso que tenemos y no sabemos apreciar... El tiempo.

Esto lo escribi a una pregunta importante de alguien que amo... Porque?

No pidas a un recien nacido no llorar al recibir la vida
No pidas a un ave renuncie a volar
No pidas a un desahuciado no pedir la muerte

No pidas al sol no salir cada amanecer
Ni a la luna dejar de aparecer
tal vez en alguna ocasión se puedan ocultar
mas como siempre saldrán

No pidas al tiempo detenerse
Ni a los amantes dejar de amarse
No pidas saber las razones
de algo que no se puede explicar

Shadow

Y hoy al navegar como siempre en este mar de información, encontré esto que hace reflexión a lo que muchos queremos saber... COMO ENCONTRARNOS A NOSOTROS MISMOS.

LAS MEJORES LEYENDAS TAOISTAS

Lieh-Tzu, Chuang-Tzu y otros

El Maestro Sun y Vasta Oscuridad

El Maestro Sun, un caballero de edad avanzado, apuesto y maduro,
estaba vagabundeando por las montañas del Este entre la niebla,
rocas macizas y la magnificencia de árboles pristinos. Pronto vio a un caballero anciano y muy arrugado, divirtiéndose, golpeándose los muslos y saltando aquí y allá como un gorrión.
El Maestro Sun llamó al anciano caballero: "¿Quién es usted?", preguntó, "¿por qué salta así?".
"Ah, buen día, mi joven amigo", respondió el caballero, "me llamaban Vasta Oscuridad en el último lugar donde vivía", rió, "y salto así porque estoy jugando".
El Maestro Sun quedó detenido ante la visión de un viejo tal, bailando por ahí como un potrillo joven. Sintió una gran curiosidad acerca del anciano caballero y preguntó: "Amable señor, ya que usted está jugando de esa forma, ¿podría decirme qué lo tiene tan lleno de alegría?
"Ante esto, Vasta Oscuridad se detuvo, inclinó su cabeza ligeramente en un pensamiento profundo, y entonces dijo:

"Pienso que es la gran vacuidad del Tao".

Cuando el Maestro Sun escuchó esto, se sintió muy excitado. Él mismo era un viajero y un peregrino en busca del Tao, el camino para ser íntegro y natural. Oír al viejo caballero hablar del Tao hizo que el Maestro Sun se diera cuenta de que no se trataba de un viejo loco, sino de algo más. Se sintió aún más alterado y preguntó: "Amable señor, me doy cuenta de que usted es verdaderamente alguien que ha tocado el Tao. ¿Puede usted iluminarme?".
El viejo caballero Vasta Oscuridad, simplemente se sonrió, continuó danzando y golpeando sus muslos y saltando como un gorrión.

El Maestro Sun siguió al viejo mientras éste saltaba y bailaba por la estrecha cornisa donde se encontraban. El Maestro Sun le dijo al anciano:"Amable señor, por favor, ¿puede decirme cuál es su comprensión del mundo?".El viejo caballero se detuvo momentáneamente, luego continuó retozando y haciendo cabriolas.El Maestro Sun siguió a Vasta Oscuridad y ambos entraron en una blanda y agradablemente fresca niebla de montaña. La niebla los envolvió de manera tal que apenas se podía ver el sendero hacia adelante o hacia atrás.
El Maestro Sun suplicó una vez más: "Amable señor, me doy cuenta de que usted es un hombre de gran sabiduría. Por favor, hábleme del Camino (el Tao). Parece que el mundo se ha descarriado. Las energías vitales del Cielo parecen haberse separado del mundo y las formas en las que actúa la gente parecen estar fuera de ritmo. ¿Puede decirme usted por qué es así?".
Ante eso, la danza de Vasta Oscuridad comenzó a desenvolverse hacia un suave detenerse rítmico, y casi pareció diluirse en una posición sentada, relajada, sobre una verde mata de pasto blando. Su risa convirtiose en una simple sonrisa y sus ojos brillaron con satisfacción. Lo llamó al Maestro Sun con una risa amable: "Joven caballero, puedo ver que usted es un hombre de sustancia y que está buscando cosas que mejorarán su vida. Siéntese aquí, a mi lado, sobre este fino pasto limpio, y le recitaré un poema que aprendí en mi juventud".El Maestro Sun se acomodó en un lugar cerca del muy arrugado caballero. No pudo evitar responderle al anciano con una sonrisa. Vasta Oscuridad comenzó:
"Vagabundeando al azar,
No estoy seguro de lo que busco.
En mi intriga o locura,
No sé a dónde voy.
Viajo en perplejidad;
Observando lo inesperado.
Todo aquello que desordene los caminos de la esencia fundamental,
O vaya contra el método de la naturalidad
No alcanza la integridad o la totalidad.
En tal caso, las manadas de animales se desorientarán y
Los pájaros dejarán de cantar.
El desastre llegará a los pastos y árboles,
La calamidad afligirá a los reptiles e insectos,
La gente vivirá en medio de la ilusión y la incomodidad.
Y el orden del mundo de las diez mil cosas se tornará confuso.
Una situación tal es muy seria".
"Bien, ¿qué hay que hacer?", preguntó el Maestro Sun.El viejo sonrió:

"Espere, amigo mío, el poema aún no ha terminado". Y comenzó de nuevo:

"El camino del Cielo muestra el Método,
Sólo aprenda a leer los mensajes del mundo natural todo alrededor.
Las respuestas están en las nubes,
en las cascadas, en las montañas,
los desiertos y los bosques.
Sólo retorne a la tranquilidad y a la quietud interna natural.
Cultive y nutra la genuinidad, sin predisposición alguna.
Ubíquese en la no obstrucción, y todas las cosas se resolverán por sí mismas.
Ocúpese del verdadero cuidado.
Nutra su energía vital y forma corpórea,
Quite el egoísmo,
Atenúe su inteligencia,
Venza el hábito y la obsesión,
Mire más allá de todas las relaciones pero no descarte a la gente.
Únase a la integridad común ilimitada.
Relaje su mente,
Libere su espíritu,
Olvide el juicio.
Sea impasible y totalmente imparcial,
sin perder el espíritu de las emociones.
Cuando todo esto es alcanzado,
la miríada de cosas del mundo se vuelve como una,
Y cada una retorna a lo que le es propio.
Mucha gente se halla en un estado de caos, de tinieblas,
Y no abandona ese estado en toda su vida.
Muchos ni siquiera se dan cuenta de ese estado.
Deje de dar nombre a las cosas.
Deje de competir.
Deje de juzgar.
Abandone las agendas personales.
Permita a las cosas.
Que cada una encuentre su propia naturalidad".

Los ojos del Maestro Sun se llenaron de lágrimas de alegría, y le hizo una reverencia al viejo caballero.

http://www.sermaestro.com.ar/textos2.htm

jueves, junio 02, 2005

+-+-+ Colmillos de Leche +-+-+ By EMMY

Mamá se desplomó a los pies de Brian. Sólo una vez en su vida esa mujer estuvo tan pálida hacia ocho años, el día en que el pequeñuelo nació y ella experimentaba la peor fase de anemia. Brian sonrió, se limpio los labios con la manga de su pijama estampada de crucifijos y plantó un besito juguetón en la mano muerta de mamá. Cuando la extremidad blanquísima azotó en el piso, lo hizo también la pistola que Brian sostenía entre sus dedos. Como ya no había tiros en ella, no se disparó. Pero aún humeaba el cañón.

Se acomodó la bata y se asomó por la ventana. No recordaba en que momento había oscurecido, pero la negrura lo invadía todo. Parecía que a Dios se le hubiera derramado un frasco de tinta sobre el escritorio cuando redactaba la Historia. Por alguna razón, el niño se sentía sumamente contento. Se pasó una mano por el rostro, y palpó divertido el hoyuelo que tenía en mitad de la frente. Le dieron ganas de meterse un dedo y lo hizo, pero no alcanzó el cerebro.

Era extraño sentir tanta felicidad invadiéndolo. Apenas en la mañana Brian había llorado lo suficiente para llenar tres cubetas hasta que se “rebalsaran”. Mamá y papá habían discutido de nuevo y otra vez se lanzaron objetos el uno al otro. Fue cuando el niño decidió hacerlo y entró en la recámara de sus padres. Esculcó los cajones hasta encontrar lo que buscaba y después regresó a llorar a su propio cuarto otras tres cubetas de lágrimas. En la planta baja de la casa había terminado el pleito después de oírse un portazo y el arrancón de un auto.

Pero ahora, mientras Brian alcanzaba un pie por encima del cuerpo inerte de aquella mujer que le dio la vida mientras arriesgaba la propia en la empresa, Brian no podía quitarse esa maravillosa sonrisa del rostro, la misma sonrisa que jaloneaba sus mejillas por los extremos.

Tenía mucha hambre. En otras circunstancias, le habría pedido una torta de atún a mamá. Con mucha catsup, pero sería en otras circunstancias. Ah, Mamá… si ella no tuviera esa sangre tan aguada, sin sabor y sin cuerpo, él no sentiría que sus tripas quisieran salir de su vientre en medio de tanto rugido. Dejó vacía a la mujer y Brian aún tenía hambre.

Miró por la ventana, contemplando el anillo dorado que estaba colgando en el cielo tan negro. Tal vez Dios hoy se había comprometido. Brian supo que algo extraño ocurría con su cuerpo y no era el Anuncio de la adolescencia. Un misterio cambió operaba en él y de eso no cabía duda. El hambre y la sonrisa, si claro, eso era. Cinco minutos atrás, cuando mamá entró en el cuarto asustada por el sonido de una detonación, Brian no sonreía ni pensaba en correr. Sostenía la pistola de papá contra su propia cabeza, con los ojos apretados. Mamá había gritado que no. Pero fue tarde. Su hijo se pegó un tiro antes de que ella abriera la puerta de la habitación. El agujero en la frente de Brian era la prueba irrefutable de que la bala había penetrado. La cabecita humeaba igual que el ojo del arma. Un hilito de sangre espesa, muy tibia, se había escurrido desde la frente de Brian hasta sus labios. La lengüita rosada la saboreó. Mamá lo miraba estupefacta. No se resistió cuando su hijo se acercó a ella y tomarla de la mano. Brian sujetó la mano blanquísima y en un santiamén había vaciado cada vena de su madre, hundiéndole sus filosos dientes de leche. Ahora ella yacía a los pies de su hijo con la carne de las muñecas desgarradas. Pero esa sangre aguada, sin cuerpo, no servía para satisfacer el apetito de un vampiro recién nacido. Otra cosa extraña inquietaba a Brian; ya era de noche, aunque el balazo lo había propinado a melodía.

El tiempo transcurrió veloz, imaginaba. Papá volvería en cualquier momento con un ramo de flores y dispuesto a pedir perdón a mamá. Hasta la próxima pelea, como siempre. Pero esta vez Brian lo estaría esperando junto al cadáver de su madre, fingiendo llorar. Colocaría la pistola en la mano de la mujer. Así, cuando papá apoyara su palma áspera en el hombro del chico para confortarlo por que “Mamita se había suicidado, harta de las peleas”, Brian giraría la cabeza y le hincaría los dientes a su padre para dejarlo sin una gota. Su sangre sí prometía ser un bocado apetitoso, no como aquella que circuló tantos años por el anémico cuerpo de mamá. Las orejas del niño se irguieron como las de un perro de caza.

Brian escucho un auto deteniéndose frente a la casa, luego oyó un portazo. Un par de pies subió apresuradamente las escaleras. Percibió el estrujar del papel celofán que envolvía una decena de sosas rojas. Rápidamente, el niño se inclinó junto al cadáver de su madre y ensayó unos pujidos lastimeros de “oh, oh …” Ya saboreaba la sangre de papá y se relamía los bigotes. Luego todo se puso blanquísimo, como borrado por la goma de Dios: Brian parpadeó y no supo más. Cuando el padre entró en la habitación encontró el cuerpo sin vida de su esposa y en su mano, el revolver que solía guardar en
su cajón. Aún humeaba por el cañón. Junto al cadáver, localizó un puñado de ceniza gris, correspondiente a un pequeño vampiro que no supo que debía ocultarse cuando concluyera el breve eclipse de sol registrado aquella mañana…


BABY VAMPIRE